Depresión - La Enfermedad Del Siglo

Vivimos una época muy difícil en la que los avances científicos contrastan con la corrupción moral. La inversión de valores, la perversión sexual, el individualismo exagerado, la epidemia de drogas, el ocultismo explícito, la permisividad moral y tantas otras recetas de felicidad que tiene destruido la familia y desconcertando a esta generación, produciendo así la bancarrota del alma.

La sociedad actual

está perdiendo no sólo los límites, sino el curso de la vida y el sentido de la eternidad. El resultado de esto es predecible. En la misma proporción en que elegimos, las elecciones nos eligen a nosotros. Toda esta violencia contra la ética moral y cristiana, al mismo tiempo que comunica un sentido de libertad y placer, de hecho, destruye los verdaderos fundamentos de una vida plena, realizada. Cada vez más estamos multiplicando enfermedades y pacientes.

La biblia es el manual de instrucciones

más completo del ser humano. Su enfoque abarca todas las áreas: nutricional, motivacional, conductual, etc. Después de todo, nadie entiende más a la criatura que el propio creador. El ser humano es un espíritu, que posee un alma y reside en un cuerpo. No podemos subestimar cada una de estas realidades y la interacción que existe entre ellas.

El punto más importante aquí es

que podemos analizar el tema de la depresión desde una perspectiva muy integral relacionada con el mundo espiritual, que es el gran punto ciego de la ciencia. El aspecto espiritual es fundamental. Sería desastroso espiritualizar un problema natural, así como medicalizar un problema espiritual.

Nuestra Terapia Mentoría de Liberación Espiritual para la Depresión tiene

como objetivo trabajar desde la raíz con todos los problemas que oprimen y arrastran para un cautiverio sin salida y sin ánimo de solución. Este proceso va hasta las profundidades del alma iluminando la vergüenza y todas las demás impurezas que bloquean el fluir de Espíritu Santo. Los resultados son garantizados y visibles desde las primeras sesiones.

Oh Señor, Dios mío, a ti pedí auxilio y me sanaste.

Oh Señor, has sacado mi alma del Seol; me has guardado con vida, para que no descienda al sepulcro (Salmos 30:2-3).